11.01.2006

En la habitual confusión de las mañanas me parece clarísimo que Tricky tenía razón ¿Será que todo trip-hop es freudiano? Mis defensas se vuelven rejas. En un idioma ajeno tiene coherencia perfecta y es una idea que parece haber estado presente desde siempre. En la propia lengua suena levemente inadecuado, el cuadro perfecto no se alcanza y me resulta lógico que así sea cuando aquello que debía protegernos se vuelve en nuestra contra, al parecer la cercanía de las palabras también acerca la idea, volviéndola casi palpable, el lenguaje frente al costo de nuestro equilibrio. Me empieza a doler la cabeza, le echo la culpa al mal dormir y a este esfuerzo matutino que me pesa toda la semana.
A veces creo que no debería pensar, simplemente no debería tratar de entender ¿No es acaso en ese esfuerzo de compresión que muchas mentes se pierden? Sumergidos en la locura más solitaria, esa llena de malestar y una sed nunca saciada porque la respuesta no llegó, encontró un nuevo escondite y quien la buscaba ya ha perdido la noción sobre cómo llegar a cualquier sitio más que el actual e incluso éste tambalea. Tanto esfuerzo apuntando a desentrañar un significado, aprehender algún sentido y al final la palabra se come al mundo, sin dejar lugar para otra cosa. Me sobran palabras, todas hambrientas, todas esperando su turno, afortunadamente parecen haber perdido el rumbo, alejando sus ansias devoradoras.
Mediodía, se acabó el esfuerzo, estoy un poco desorientada, pero me duele menos la cabeza y parezco estar quedándome sin explicaciones. Quizás eso no sea tan malo.