7.09.2006

La sala es bastante pequeña y las alucinaciones que he llegado a considerar características de mi visión hacen que se vuelva incluso más reducida, las paredes brillan demasiado, hay murmullos incesantes que me llenan cuando los dejo, todo está demasiado junto y sólo quiero huir. ¿En qué momento de escasa lucidez elegí esto?. Me hablan de una sutileza necesaria e indispensable y no comprendo a lo que se refieren, la palabra se me hace ajena y no es mi amiga, ni siquiera creo conocerla. La mitad del tiempo me paralizo y las ideas me abandonan con una velocidad que nunca les atribuí, desaparecen tan rápido que llego a dudar si alguna vez estuvieron allí. Este vacío se vierte en lo que digo, generando una insólita intencionalidad, cada palabra que sale de mi boca es violenta, brutal y quizás logre hacer algún sentido, pero no vislumbro sus efectos.
“No hables desde ti”, “tú no estás aquí”, sí, sí, ya lo sé y entiendo este bizarro modo de funcionar, lo acepto, lo apruebo, lo respaldo, pero no sé si alguna vez logre hacerlo. Te miro y digo lo que no debo, me dejo poseer por lo que consideré obvio alguna vez y hago justo lo que quieres, lo que todos hacen, lo que siempre te hacen y me convierto en uno más, sin escuchar tu llamado soterrado, esperando que este estado de tensión que no conocía me abandone.
No sé qué mirada te doy, no escucho el tono de mi voz y tampoco me preocupo por los ojos repentinamente más brillantes, tan cerrada sobre las convicciones que no conozco pero creo intuir y a pesar de lo ciega que estoy a ti, tampoco logro verme.
Sólo veo que te multiplicas, te repites, te extiendes, te ausentas en mi alterada temporalidad y todavía no sé por qué es que esto es lo único que puedo hacer. Sigo adelante, sin pensarlo mucho y espero que efectivamente me ayudes en todo esto, mi conducción es débil y casi siempre desviada y no puedo invertir las fuerzas requeridas para hacer frente a tus múltiples caras, además no tengo intenciones de llevarte por mis caminos, te contaminaría, eso es seguro, dejándote en esta confusión azul que me consume día por medio.
Me quedo sentada, nerviosa, malhumorada pero en una fascinación extraña, tratando de dar cuenta de lo que pasa, de lo que siento y espero que sea suficiente, espero que la sutileza me encuentre y que al verla pueda reconocerla, porque hasta ahora no parecemos habitar el mismo espacio.