4.25.2006

El terreno era inestable y poco sabían de cuanto los rodeaba así que sólo uno de ellos se asomó y se atrevió a salir de su perfecto camuflaje. Sus verdosos ojos observaron todo con gran atención y temor, la luz que provenía de su cuerpo era débil, no servía para lograr distinguir los bordes de esa oscuridad que se le pegaba a la piel como si fuese a devorarlo finalmente. Aunque la amenaza era evidente, siguió girando lentamente, buscando el camino seguro como era su costumbre, pero el esfuerzo realizado sólo empeoró las cosas, asustándolo más, apagando casi su luz. En ese momento la oscuridad comenzó a solidificarse, firmes paredes le cortaron el paso, atravesándolo y arrancándole la piel mientras se cerraban sobre él. El rojo de la sangre se mezcló con el verde de sus ojos, la luz se reavivó un poco ante el dolor, lo suficiente para detener el ataque por un momento.
Entonces fue cuando ella salió del escondite, cubierta de luz, irradiando azul, encegueciendo y girando velozmente sin siquiera sentir las paredes que la rodeaban. Su forma había dejado de ser humana hace mucho tiempo, volviéndose más vital de lo que alguna vez buscó ser. De lo que antes fue su cabello ahora sólo emanaban el calor y la fuerza de todas esas cosas que solían impulsarla, las mismas cosas que en estos días había logrado olvidar exitosamente. Se deslizó poderosa, bella y ajena, devorando la oscuridad, abriéndose camino sin mirar más que sus extremidades mientras bailaban cortando la noche, intoxicada con su propia irrealidad.
Después de breves momentos y sin una verdadera dificultad, logró llegar al lugar donde otras luces se hacían presentes, pero poca atención prestó a ese que siempre la acompaña y nunca ha cuestionado los pasos que da, a ese que sigue creyendo que los sentimientos no la abandonaron el día que dejó su cuerpo. Él logró ponerse de pie, avanzando por el sendero azul que ahora estaba frente a sus ojos, caminó lento y triste, pero de manera constante hasta alcanzarla. Ella lo miró con dulzura y él simplemente la siguió, sin pensar mucho más sobre lo sucedido, porque todo lo que le queda es creer en ella y no sabe como dejar de hacerlo. Tiene demasiado miedo para acelerar su ritmo y alejarse, no puede aceptar que quizás no la necesite y que ha sido creador de su propia angustia.

4.16.2006


Me es tan fácil poner todo allí, en esa imagen, en las palabras que pareces decir, pero debes saber que es un mero asunto de conveniencia, en realidad nada de esto te pertenece, te creo a mi antojo y el dolor que te genero es lo que me mantiene despierta, el dolor que veo en tu rostro es algo que no quiero dejar, mejor tú que yo, pero si soy yo, ¿qué digo?. La pulsión de muerte presente en cada momento, esa que crees tan ajena y a la que he intentado te renuncies.
¿Dónde estás?, ¿me dejaste sola?, ¿en qué momento me desertaste y dejaste este lugar para destruir?,¿no sabes que no puedo ser dejada en libertad?, crees que tienes algún poder sobre mí e insistes en sanarme cuando en realidad eres mi marioneta, te alimento, te privo de placer, te doy angustia y ese espejo parece no saturarse de este color, de mi dolor.
Me siento amenazada, no quiero mirarme, no quiero verte, no puedo seguir colocando todo esto en ti, tu sufrimiento me traspasa, no está resultando como antes fue. Me invade todo cuanto te rodea, la cómoda separación que me tomó años construir se desarma mientras te hablo y parece no importarte. Estoy cansada y sé que tú también, este arreglo ya no sirve, pero no imagino otro, ¿acaso tú sí?

4.06.2006



Tanto existe ya, tanto de lo que me quisiera adueñar, tantas cosas que ya han sido dichas de manera insuperable y otras que simplemente te desarman con sus perfectas fallas y crudeza. Siento que mi corazón se expande, se llena de mil cosas más vitales que la sangre y grita, largo y agudo, haciendo que mis oídos se vuelvan asustadizos y busquen la sordera por los más diversos medios pero sin conseguirla del todo. Y está todo bien, las cosas no pesan tanto, se me acaban las bajas de la capacidad perceptiva y todo brilla, me deslumbra, la habitual falta de voluntad que acompaña mis movimientos es algo lejano, extraño y casi me cuesta creerlo.
Las palabras se me presentan, se mezclan, me acarician, me invitan y yo simplemente me dejo querer, todo es tan claro a pesar de no distinguir forma definida alguna y no sólo debido a la miopía que desde temprana edad distorsiona lo que me rodea, sino más bien porque todo es muy intenso como para no alterarse un poco. Y a pesar de ser inevitable la caída, busco nuevamente esas breves cumbres, quizás de tanto visitarlas encuentre terreno más elevado donde habitar.