Divagaciones de media tarde

Al contemplar las actividades que pueden ser realizadas en un día como hoy, no puedo evitar preguntarme ¿Es realmente necesario leer páginas y páginas sobre infinidad de mundos ajenos? ¿Acaso no corremos el riesgo de sumergirnos en lo que deseamos pero a una distancia prudente, permutándolo todo por un poco de estabilidad?.
Cada vez más inmóviles, alabados aquellos que ostentan su saber sobre las inmortales obras y vidas distantes.
No puedo evitar pensar sobre el que escribe, aquel sujeto que no es capaz de vivir a menos que le haga saber a otros cómo es que funciona su mundo, en un intento bastante desesperado pero comprensible por conectarse con algo que vaya más allá de su propia locura. También puede ser que efectivamente busquen incorporar la mayor cantidad de otros a su mundo, en una acción voraz, con evidente ansia devoradora de sí mismo y de los otros. Probablemente esta es una reducción bastante simplista de las razones que nos llevan al vicio en que puede convertirse la escritura.
Y mientras pienso sobre esto no hago oidos sordos y me doy cuenta de la propia producción escrita (a pesar de la faz desértica que pueda tener mi blog, tuve que crear esto para confirmar que me gusta más el lápiz y papel). ¿Escribo para conectarme o para devorar?. Creo que no puedes devorar sin realizar contacto primero, sin seducir al ingenuo transeunte a dar una mirada a tu galería de imágenes pero también creo que no puedes conectarte sin eventualmente devorar o ser devorado en alguna medida.
Supongo que mi escritura responde a ambos propósitos excepto que mi objetivo es bastante reducido, busco establecer una conexión con todas aquellas partes que me componen pero no necesariamente me acompañan y busco en algún momento ser devorada por lo que a veces teorizo sentir.